Aquella casa adosada en Bushwick ―un barrio neoyorquino de Brooklyn― fue en su momento una guía para Jennifer Fisher, un lugar donde no tenía que ocultar que era poliamorosa y fetichista, pues sus compañeros de casa también lo eran.Los propietarios, un grupo llamado Hacienda, tenían una visión única: crear una comunidad de aventureros sexuales cuyas reglas dentro de la casa priorizaran el consentimiento, sobre todo durante las orgías que organizaban en el sótano cada semana. En los años siguientes, Hacienda floreció y la positividad sexual, un movimiento para desestigmatizar las diversas formas de expresión sexual, se volvió más popular. Fisher sintió…