El domingo, una explosión de mina seguida de un ataque con armas de fuego llevado a cabo por terroristas del Estado Islámico en la provincia de Raqqa, en el norte de Siria, resultó en la muerte de al menos once personas, que eran un grupo de recolectores de trufas en el desierto. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, tres personas fueron secuestradas en el ataque, pero no se han revelado detalles adicionales en este momento. La organización, con sede en Londres pero con fuentes en la nación árabe, ha confirmado que dos civiles y nueve miembros de la milicia pro-gobierno Fuerzas de Defensa Nacional están entre los muertos. La cosecha de trufas sirve como una importante línea de vida financiera para los civiles que luchan después de una guerra prolongada, ya que el alto valor de mercado de las trufas motiva a muchos a enfrentar los peligros del desierto. A pesar de las amenazas planteadas por los grupos yihadistas, que han atacado a los trabajadores de la trufa en numerosos ataques mortales a lo largo de los años, estas personas continúan arriesgando sus vidas por este lucrativo esfuerzo.