En solo 60 segundos de danza, Pobres criaturas muestra la liberación y rebeldía de su personaje principal, Bella Baxter, interpretada por la ganadora del Oscar Emma Stone. Es un punto de inflexión que invita al rol a traspasar sin permisos las fronteras de las convenciones sociales. La coreógrafa de esa escena, Constanza Macras, de 53 años, nació en la Argentina, está radicada en Berlín hace 30 años y deja su huella en la película del griego Yorgos Lanthimos, que ya está disponible en Star+.
La impactante escena entre Emma Stone y Mark Ruffalo fusiona diferentes formas artísticas en el film, con la danza como excusa para contar historias y definir relaciones entre personajes. No es la primera vez que Macras y Yorgos trabajan juntos: también lo hicieron en La favorita (2018).
La creadora del momento viral de la película, que fue nominada a 11 Oscar y se llevó cuatro estatuillas, habló con LA NACION sobre su aporte al film y cómo comenzó su carrera.
Pobres Criaturas Escena ‘El Baile’ Hd
–No es la primera vez que trabajás con Lanthimos…
–Así es, ya habíamos hecho La favorita, también protagonizada por Emma [Stone]. Con Yorgos tenés mucha libertad creativa: te da espacio para expresarte y crear, y eso es gratificante: podés trabajar directamente con los actores, y estás en el medio de la filmación. No estás mirando qué pasa por el monitor: eso sería desesperante. Es bueno trabajar con un director que le da importancia al trabajo en equipo, que le da espacio a la gente que convoca y la deja ser parte, me gusta colaborar así.
Para preparar la coreografía, Macras recibió referencias de música y folclore portugués por parte de Lanthimos y realizó investigaciones sobre los movimientos de los niños de dos años.
—¿Quiénes forman parte de ese equipo?
—El director de fotografía Robbie Ryan, que es brillante, y trabajó también en La favorita. Él también está haciendo coreografía pero con la cámara. Entonces, trabajar con un equipo así es un placer; todo lo que está pasando en ese momento va a colaborar: si el vestido vuela cuando baila Emma, por ejemplo. Me gusta mucho, lo disfruto.
—¿Las escenas de La favorita en que participaste tuvieron tanta repercusión?
—No sé. Recibió buenas críticas. Hicimos un baile cortesano con Rachel Weisz y Joe Alwyn, y una pelea en el bosque entre Emma Stone y Joe. También en esa película cuando Rachel Weisz está bailando con Joe Alwyn, el personaje de Olivia Colman –la reina Ana, el papel por el que ganó el Oscar a la mejor actriz– comienza la discrepancia entre ellas: es un quiebre en la relación, que hasta ese momento era muy cercana. Hay una grieta ya desde la danza. Yorgos siempre trabaja dramatúrgicamente con esa ruptura y me encanta. La danza no es un momento de decorativo. Siento que estoy haciendo algo con significado.
— ¿Qué sentiste cuando viste la película terminada?
—Nunca pensé que iba a ser tan viral. La primera vez que la vi, durante la premiere en el festival de Venecia, quedé medio descolocada y extrañaba un par de movimientos. Hicimos 60 tomas durante la filmación. Al verla editada, en mi cerebro la tenía de otra manera: nunca sabés cómo va a quedar, Quedé contenta, aunque pensaba “ese movimiento que me encantaba no está”. Le mostré a un amigo editor la versión original desde mi celular y le gustó más el resultado final.
— ¿Y cómo fue la reacción del público?
— Pensé que no había tenido tanto impacto en Venecia, con la coreografía de La favorita la reacción fue inmediata. Esta vez fue más tranquilo. Entonces pensé “por ahí no es tan osado”. Era el estreno mundial del film y evidentemente había un montón de cosas más. El foco estaba puesto en otro lado: todo el mundo hablaba de las escenas de sexo. Entonces pensé “vamos a ver qué pasa, no sé si va a tener tanto éxito”, aunque durante la fiesta posterior al estreno, empecé a recibir buen feedback. No imaginaba la repercusión que tuvo después: hasta el New York Times publicó un artículo en que también mencionan “Carmen” la ópera que estoy haciendo en Basilea [Suiza]…
—También hacen mención de que no existe la categoría a Mejor Coreografía en los Premios Oscar…
—Exacto, la pregunta surgió a partir de otros films y mi trabajo. En Barbie y Los asesinos de la luna hay danza también. Fue la prensa la que comenzó a cuestionarlo y sumó mucha repercusión en ese sentido.
— Una vez que terminás tu trabajo coreográfico, ¿sentís que la escena deja de ser tuya?
—Siempre es tuyo, porque hiciste el trabajo. Pero es una película muy larga y tu participación es solo un minuto nada más.
—¿Cómo prepararon a los actores?
—Con los protagonistas fue muy bien, ensayamos dos semanas, hicimos diez ensayos de tres horas por día; después vino el día de filmación que duró más de doce horas e hicimos decenas de tomas. En cambio, a los extras hubo que entrenarlos varias veces. Estábamos en medio de la pandemia y la mitad de la gente que habíamos preparado no era la misma el día de la grabación, sumado a que no eran bailarines profesionales. Significó un gran desafío coordinar la coreografía con ellos. Finalmente, les pusimos micrófonos para darles instrucciones.
—Un minuto de gran impacto…
—Claro. Pero sufro más cuando estoy en una obra mía. Me siento entre el público de un estreno y ahí sí puedo ser una masoquista. En cambio, en el cine es más tranquilo porque solo hacés una parte, es solo un minuto de un film y ni siquiera es el final. Me imagino que al director le debe haber pasado eso por ser su creación.
—El baile tiene un significado dentro de la trama.
—Es una escena pura, por eso es tan viral. Es el momento exacto donde Bella y su relación con Duncan cambian, y ella empieza su propio camino. Es el pivot de ella para independizarse y que abre su camino: marca un antes y un después. Ese baile cuenta como el contexto de todo el libreto, me gusta mucho como trabaja Yorgos con la danza, eso lo hace siempre…
—¿Cómo fue trabajar con Emma Stone y Mark Ruffalo?
—Ambos son muy profesionales y supersimpáticos. Con Emma ya habíamos trabajado en La favorita. Inmediatamente, se generó una buena atmósfera, lo sentí muy familiar. Cuando nos volvimos a ver, ella preguntó “¿cómo has estado?”, es cálida y agradable en el trabajo. En cambio, Mark tenía algunas inseguridades con el baile porque no había bailado nunca en una película, y lo motivaba más la escena de la pelea que venía después, pero enseguida se acomodó y una vez que terminamos estaba feliz.
—Ella es una gran bailarina y él no, ¿cómo se llevaron durante esa escena?
—Tienen mucha química. Ella baila muy bien, incluso sugirió un paso de baile adicional, y lo ayudó mucho a Mark. Aunque todo parecía muy salvaje, se seguía la música, había un ritmo, porque tenían que tener momentos juntos, que cayeran al mismo tiempo con los extras.
—Entonces fue más difícil dirigir a los extras que a los protagonistas.
—Sí, porque los protagonistas tuvieron más tiempo. La coreografía la aprendieron muy rápido, porque siempre voy con dos asistentes, me llevo uno para que haga el papel de ella y uno para que haga el papel de él, entonces enseguida se aprende. El otro bailaba con ella, el otro bailaba con él al principio, así los dos tenían un partenaire que sabía la coreografía, e iban aprendiendo así. Después los poníamos juntos y a la pareja de bailarines al lado para que los vayan copiando. Me impresionó que trabajaban doce horas: empezaban a las siete de la mañana con pruebas de vestuario, de maquillaje y luego ensayaban.
—Trabajaste con otros directores de cine.
—Hace mucho tiempo. Participé de una película de arte, pero no hice nada en realidad. Supuestamente, coreografiaba a un grupo de chicos disfrazados, pero no tuve la oportunidad de trabajar con los actores y no me gustó como salió. Lo que apareció en el film no tenía nada que ver con el proyecto original. Fue todo muy desorganizado y caótico, la directora estaba haciendo micromanagment, quería acaparar todo. Así que no fue la mejor experiencia, incluso pedí que me sacaran de los créditos.
—¿Qué evaluás a la hora de elegir un proyecto en la pantalla grande?
—Creo que es la parte artística y un buen equipo lo que da la impronta. Que se trate de un buen director, que sepa lo que está haciendo y que te deje participar. Los buenos directores saben darle espacio a la gente que llaman para trabajar. Parte de dirigir bien es estar en todo y al mismo tiempo dar lugar. A mí me gusta trabajar con lo que sea, siempre que la persona tenga una buena visión y haya un buen equipo detrás, aunque no tengan presupuesto, algo interesante va a salir.
—¿Tenés planes de venir a la Argentina?
—Quiero ir. Estamos en conversaciones con el Teatro San Martín para ir octubre, nada confirmado aún. En Alemania nos dieron un subsidio para mi compañía [Dorky Park] para viajar a Sudamérica: la Argentina, Brasil o Chile, todavía no se concretó.
Macras presentó en 2023 en esa sala del Complejo Teatral de Buenos Aires I Feel You.
Pobres criaturas está disponible en Star+