Atención con esta columna, lectoras y lectores. Pueden terminar enojades.
La discusión de género es un clásico de la polémica pública. Hay pocos temas que caldeen tanto la conversación como el derecho al aborto o el lenguaje de género. Es una pelea que parece haber escalado, y que en estos días se enriqueció con nuevos datos: una nota del Financial Times mostró que entre los hombres y mujeres de 18 a 29 años hay una enorme brecha ideológica que no se verifica en generaciones anteriores.
Según estadísticas nacionales de varios países, las mujeres jóvenes tienden a inclinarse a la izquierda política, mientras que los varones de su edad se mueven hacia la derecha. La tendencia se repite en lugares disímiles, desde los Estados Unidos hasta Tunisia, desde Alemania hasta Corea del Sur. Argentina no figura en el reporte, pero dos investigadores del laboratorio de neurociencia de la Universidad Di Tella, Joaquín Navajas y Santos Espina-Mairal, analizaron el tema en tiempo récord y encontraron la misma tendencia.
En nuestro país es difícil medir preferencias ideológicas con parámetros globales porque –a diferencia de otras sociedades– nosotros llamamos liberal a la derecha y no a la inversa, y además tenemos al peronismo.
Pero Navajas y Espina-Mairal tomaron datos de preferencia partidaria que tenían de investigaciones anteriores, donde habían pedido a los participantes que eligieran entre los dos partidos con más chances de ganar la siguiente elección, y luego equipararon a esos dos partidos genéricamente con la izquierda o la derecha.
Siguiendo esa regla imperfecta, notaron una coincidencia perfecta con los datos de Gallup. En mediciones de 2019, 2020 y comienzos de 2023, se ven fluctuaciones entre izquierda y derecha, pero hombres y mujeres se mueven juntos. Hasta que, en los datos de noviembre último, cuando por primera vez los investigadores preguntan por La Libertad Avanza, la preferencia de las mujeres se inclina marcadamente hacia la izquierda, mientras que la de los varones se mueve con claridad a la derecha. Las dos líneas se bifurcan. Aparece una nueva brecha de género.
La investigadora Alice Evans, profesora visitante en Stanford y autora del libro que se está por publicar The great gender divergence, condujo una serie de estudios cualitativos sobre el tema. Desde su perspectiva, el divorcio ideológico entre hombres y mujeres se explica en parte porque la generación Z, de la que estamos hablando, enfrenta dificultades para progresar económicamente, lo que según muchas investigaciones promueve el resentimiento, la xenofobia, el voto de derecha extrema y lo que la literatura llama mentalidad de suma cero: la idea de que si a alguien le va bien (por ejemplo, a las mujeres) es porque otro está siendo perjudicado.
Según Evans, también intervienen factores culturales. Desde los personajes públicos que promueven el antagonismo contra las mujeres y sus derechos, hasta la dinámica de las redes sociales. Si hombres y mujeres piensan distinto sobre cuestiones de género, los algoritmos tienden a mantenerlos en burbujas separadas. No se cruzan. Esto refuerza la distancia y produce un círculo vicioso de más desencuentro, incluso en otros temas.
Las causas recién están empezando a investigarse, al igual que las consecuencias. En un largo ensayo, la revista de The Atlantic puso como ejemplo a Corea del Sur, donde un movimiento feminista conocido como el de los 4 “noes” propone no tener citas, no tener sexo con hombres, no casarse y no tener hijos.
Corea del Sur lidera las estadísticas mundiales de caída en la fertilidad y los casamientos, y es, a la vez, uno de los países donde la brecha ideológica entre hombres y mujeres es más aguda. No sabemos aún si es un espejo que adelanta.