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Así operaba el ladrón de huellas dactilares en Bogotá: vaciaba las cuentas bancarias

Así operaba el ladrón de huellas dactilares en Bogotá: vaciaba las cuentas bancarias

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Briham Andrés Ruiz Tamayo, más conocido en el bajo mundo como alias Tuca, no despertaba muchas sospechas. Es un hombre de 1,58 de estatura que a primera vista no parece representar ninguna amenaza. Lo que pocos sabían era que era el líder de una peligrosa banda dedicada a suplantar identidades y dejar a sus víctimas sin un peso en el bolsillo.

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¿Cómo lo hacía? Es un genio informático, pero, según los investigadores, para el servicio del mal. Nació el 21 de abril de 1997 y tiene solo 27 años de edad. Una cicatriz en el costado derecho del rostro es parte de sus características, y hay más en todo su cuerpo. El barrio San Martín, en la localidad de Bosa, era la sede de su oficina delictiva y desde allí planeaba todos sus movimientos.

Este es uno de los hombres detrás de tantos desfalcos a ciudadanos que a diario llaman a las entidades financieras para preguntar el origen de extrañas transacciones que luego terminan en reclamaciones eternas que, muchas veces, quedan en la impunidad.

La historia de una de esas víctimas se conoció en una de las audiencias realizadas luego de su captura. Esta había denunciado su caso el 9 de junio de 2023. “Con mi nombre y mi número de identificación, y usando una cédula en la que aparecen mis datos personales, pero con una foto diferente, abrieron productos financieros a mi cargo”.

Este ciudadano relató que crearon una cuenta con sus datos, pidieron una tarjeta de crédito y le debitaron la suma de 940.000 pesos. “Me metieron en deudas con una empresa de alquiler de vehículos y compraron ropa en exclusivos almacenes”.

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Huellas digitales.

Foto:

Fiscalía General de la Nación

Alias Tuca no actuaba solo. Lo respaldaban varios integrantes de la banda con el mismo nombre, y cada uno con un alias diferente: El ‘Gordo’, ‘Marcela’, ‘Mónica’, ‘Nelly’, ‘Edwin’. Eran hábiles en violación de datos, uso ilegal de documentos públicos y redes de comunicaciones, pero además, los ‘actores’ perfectos a la hora de poner la cara en los bancos y almacenes. Tenían los libretos perfectos para parecer clientes corrientes.

Pero ‘Tuca’ era el cerebro, incluso, el que enseñaba a perfilar a las víctimas, realizaba los cobros y estaba pendiente de la repartición de los dineros del ilícito. También sabía qué paquetes manejaban las entidades financieras y cómo obtener dinero fácil, así como, uno a uno, los requisitos que pedían. El objetivo siempre era el mismo, obtener la mayor cantidad de dinero.

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Una de sus técnicas para obtener los datos privados de sus objetivos era realizando llamadas, haciéndose pasar como empleados de entidades bancarias. “Les decía que estaban haciendo una actualización de datos y que por eso requerían la información”. Los ciudadanos incautos caían como moscas en la red.

Luego llamaban al banco y se hacían pasar por la víctima, eso sí, cambiando datos de números telefónicos para luego entrar a hacer movimientos en sus productos sin ninguna clase de barrera. Sabía cómo moverse con los correos, las claves, las notificaciones y los códigos de confirmación.

Eso lo supieron los investigadores que le siguieron el rastro por medio de inteligentes interceptaciones. Era la única forma de saber cómo maniobraba y se movía como una culebra en el mundo de la banca virtual. “Es que sacaba créditos muy fácil y hacía avances. Todo por internet. Usaba cédulas perdidas y les cambiaba la fotografía, la huella y los datos de estatura para que coincidieran con las características de alguno de sus cómplices”. Incluso, dentro de su actuar delictivo, era común que alquilara carros, a veces de forma virtual o presencial.

Los ágiles investigadores de la Fiscalía también rastrearon el movimiento de correos y sus mensajes y así supieron de la red de cómplices que tienen, muchos de los cuales están siendo investigados.

Según la Fiscalía, alias Tuca estaría involucrado en, por lo menos, cinco eventos ocurridos entre junio y julio de 2023. En los casos documentados, las víctimas nunca dieron la aprobación para que se adquirieran bienes y servicios a su nombre; sin embargo, luego de varios días vieron reflejados en los extractos financieros pagos y movimientos de dinero, o las llamaron para cobrarles sumas que adeudaban. En varios casos llegó a obtener cupos de crédito de hasta 12 millones de pesos. Así lograba llenar sus arcas personales, pero con dinero ajeno.

Alias Tuca tenía toda una colección de huellas decadactilares de sus víctimas. Se las arreglaba para sacarlas en una especie de moldes de silicona, y ya con estas en sus manos, tenía el poder.

Considerando que las huellas dactilares son impresiones de las crestas epidérmicas de los dedos con un patrón único, irrepetible y permanente, estas son la base del método biométrico más empleado en la actualidad. Entre sus diversos usos se destaca la identificación para múltiples actividades como acceder al trabajo o a teléfonos celulares, la operación de cuentas bancarias, las investigaciones criminales, etcétera.

La ausencia o deterioro de las crestas epidérmicas, denominada adermatoglifia, impide la identificación por biometría dactilar.

Además, tenía información relacionada con la vida íntima, social y financiera de diferentes personas; y las utilizaba para solicitar la apertura de productos bancarios, realizar transacciones y compras de artículos lujosos, alquilar vehículos y programar avances de tarjetas de crédito, entre otras actividades.

La fiscal del caso explicó el poder que este hombre tenía dentro de su organización. “Podemos decir que es un completo ciberdelincuente. Está involucrado en la suplantación de identidad para cometer diferentes conductas delictivas por medios informáticos. Obtenía huellas y las utilizaba para abrir productos financieros, avances de dinero, comprar objetos lujosos y hacer transacciones”.

Para eso tenía colecciones de juegos de huellas decadactilares enmarcados en siliconas con apellidos de distintas personas, celulares, computadores, entro otros elementos. También tenía referencias de sus víctimas en libretas de apuntes y escritas a mano.

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Otra de sus víctimas denunció que, con su cédula, pero alterada, habían comprado un equipo celular de más de tres millones de pesos en un almacén de grandes superficies. Era un experto violando datos personales y cuando cometía los ilícitos no titubeaba, ni en lo más mínimo. Es que necesitaba de buenos equipos para tener alcance y llamar desde varios puntos a sus víctimas.

Ruiz Tamayo fue capturado por el CTI de la Fiscalía en un inmueble de la localidad de Bosa, en el suroccidente de Bogotá. En el procedimiento fueron incautados dos juegos de huellas en silicona marcados con apellidos distintos, celulares, computadores, tarjetas SIM, memorias micro-SD y USB, tarjetas de crédito, cédulas de ciudadanía, cuadernos y libretas de apuntes.

Una fiscal de la Dirección Especializada contra los Delitos Informáticos le imputó los delitos de concierto para delinquir, hurto por medio informático, violación de datos personales, violación ilícita de redes de comunicación y uso de documento público falso. Los cargos fueron aceptados por el procesado. Para el fiscal del caso, alias Tuca representa un peligro para la sociedad. “Logró usurpar identidades, dañó el historial crediticio de muchas personas y dañó la estabilidad económica de ciudadanos. Estos hechos no son graves, son gravísimos”, afirmó.

CAROL MALAVERSUBEDITORA DE BOGOTÁ

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